Hombres miopes

Hablemos de la torpeza de los hombres, hasta ¿cuándo vamos a incluirla dentro de la agenda de comunicación?
hombres miopes

Llevo varios meses tratando la torpeza masculina. Más que meses, años. No es que las mujeres no seamos torpes y nos veamos como entes de carnes perfectas y sentimientos en extremo débiles, no para nada, sin embargo, me sorprende día a día mientras voy madurando -o envejeciendo porque ya estoy a nada de llegar a los 40- cómo los hombres no ven sus problemas de empatía con los sentimientos del sexo opuesto.

Lo que para ellos es torpeza, para nosotras es falta de empatía y dolor. Puede ser que muchas veces esa torpeza venga por estar borracho o por estar demasiado enérgico o demasiado excitado, entiéndase, más allá de un estado normal donde tus emociones y tu razón están equilibradas, que podría entenderse y complejizar la torpeza, sin embargo, muchas veces sucede dentro de ese mismo estado sobrio, equilibrado y frío.

La palabra frío no se refiere a que un hombre torpe es necesariamente maquiavélico, que los hay, y a esos hay que empalarlos -disculpen el momento Vlad el empalador-, pero si la torpeza ocurre desde la premeditación, sencillamente ya pasa a ser un acto violento, una agenda oculta narcisista.

El punto no va por allí, los actos violentos perpetuados por los hombres hacia los cuerpos, las emociones o la psique de las mujeres no tienen punto medio, no son límites quebrantables. Son violencia y punto, están penados, pero la torpeza no nos habla de esa violencia, nos habla de ese punto cómodo donde el hombre se encuentra, tibio y tranquilo desde el inicio de los tiempos con respecto a la emocionalidad de la mujer, en específico, de la mujer con sentimientos hacia ese hombre torpe.

Ese estado cómodo tiene que ver con no perder el poder, quizás a nivel inconsciente, no lo sé, y también por no salir de esa zona de deseo donde el quererlo todo llega a no ver al otro, ese que está frente a ti siendo arrasado por tu deseo. Es por eso que esa miopía tiene demasiados años generando dioptrías porque nunca hay lentes para ver las torpezas mínimas. Por ejemplo, si una mujer que ha estado enamorada de un hombre que no lo está pide tiempo extra en ese partido llamado relación, ese hombre debería ser empático y dárselo, la emocionalidad de la mujer y su autoestima debe sanarse para poder seguir en el partido, ya sea para que haya empate o para que alguno de los dos equipos pierda.

Actualmente se están dando conversaciones alrededor de este tema, sin embargo, creo que la torpeza se excusa, pero no se pone sobre la mesa de quienes la generan. El trabajo de reconfiguración del yo del hombre se pierde en el ego o en la necesidad de su deseo, en ese lugar cómodo donde estar libre de lentillas de contacto o gafas para ver, entendiendo así que,  aun falta camino por recorrer y conversaciones por tener, en especial, de aquellos torpes consigo mismos y que, quizás, están siendo ayudados por nosotras las mujeres, aquellas que muchas veces no se comunican, tienen agendas ocultas para movilizar el deseo del otro o simplemente, siguen siendo leales al perdón de esas torpezas.

Si algo he aprendido en los últimos días tras reflexiones personales y conversaciones con amigas o, a través de las lecturas de feminismo negro, es en la necesidad de incluir al hombre dentro de la negociación otorgandoles responsabilidades, porque sino, seguiremos siendo nosotras los burros de carga con falta de límites que lo aguantan todo, las generadoras de cambio; dejándolos atrás a ellos con sus miopías y tibiezas y, en consecuencia, haciendo de la brecha comunicativa entre ambos sexos un espacio más grande y tenso.

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