Es casi incomprensible cómo nos comunicamos y entendemos. Durante la rueda de prensa con la dibujante coreana Keum Suk Gendry-Kim, a propósito de su novela gráfica Hierba, las respuestas son largas, pero en la traducción todo es muy corto. Inclusive cuando la jefa de prensa de Reservoir Books pregunta si podemos hacer una pregunta más, la traductora y la autora hablan entre ellas, Gendry-Kim se queda largo tiempo respondiendo mientras el resto de los periodistas estamos impacientes ante una pregunta que, quizás, da una respuesta simple. La respuesta a la pregunta es larga pero simplemente es la forma de decirnos muchas gracias, pero debo irme. Es extraño como nos comunicamos, sin embargo, la literatura y la traducción en Hierba no dejan relegado ningún tipo de duda, el mensaje de su autora lo abarca todo.
Hierba narra la historia de la ciudadana coreana Lee Ok-Sun quien, a los quince años, fue secuestrada para ser convertida en esclava sexual. Ella fue una de las llamadas “mujeres de consuelo” que servían, un eufemismo para decir violadas, a los soldados japoneses durante la Segunda Guerra Mundial.
Esta novela no es la primera experiencia de Keum Suk Gendry-Kim entendiendo la naturaleza y el dolor de las “mujeres de consuelo”, antes de Hierba, libro finalista del prestigioso premio Eisner y mejor cómic del año para The New York Times, The Guardian y Los Angeles Times, la dibujante había escrito un pequeño cómic sobre la misma temática porque, las mujeres de consuelo, son personas muy complejas y “como mujer siempre quise profundizar en el tema y hacer algo más largo y complejo” afirma la autora.
En la novela gráfica la historia oral de Lee Ok-Sun, que logró expresar Gendry-Kim gracias a una serie de entrevistas, refleja los duros años de la protagonista. Ok-Sun tuvo una infancia muy pobre, lo que ayudó a convertirse en una presa fácil de secuestro durante su adolescencia. A los dieciséis años fue llevada a una “estación de consuelo” y, luego, al salir de toda la miseria y con una herida provocada por los daños colaterales de la guerra, pasó a vivir sus últimos días en la “casa del compartir”, nombres que son una ambigüedad terrible para lo que se ofrecía en ambos lugares: esclavitud sexual o una residencia de mayores para víctimas de esclavitud sexual. El ciclo de la vida de Lee Ok-Sun era su sino, recordar su herida.
Antes de empezar con esta obra, Gendry-Kim hizo una lista de lo que debía hacer durante sus conversaciones con Ok-Sun y, entre ellas, estaba no meter sus emociones y mantener la distancia por el bien de la obra. Las narraciones en la novela gráfica transcurren entre la tragedia y la comedia, dándole valor a los matices de la vida, hilando las conversaciones graciosas que llegaron a tener dibujante y entrevistada por encima de las experiencias desagradables de Ok-Sun. “Personalmente, pase algunos días difíciles, pero en general, creo que logre mantener cierta distancia. Por otra parte, la señora Ok-Sun que fue una mujer víctima del dominio japonés y que viniese de una familia patriarcal me hizo entender que, yo me quejaba de mi vida sin razón. Tenerla a ella fue algo muy valioso para mí. Ella es una persona optimista, con un buen sentido del humor. Siempre, después de entrevistarla, tenía mucha energía al volver a casa”.
Para Keum Suk Gendry-Kim lo más importante de Hierba es la comprobación de la existencia de las víctimas de esclavitud sexual, ya que, para muchos coreanos o japoneses, la historia suena a mito, a falsedad, es por ello que la dibujante se introduce como personaje dentro la historia y recrea sus conversaciones con la sobreviviente.”Hay gente que cree que las historias de las víctimas de la estaciones de consuelo no son reales, por eso me incluyo, de esta forma hago que los lectores estén más sintonizados con la víctima. Además, mi obra no busca la confrontación, ya que no suscita el odio contra Japón, a diferencia de otras obras existentes”.
“Hay gente que cree que las historias de las víctimas de la estaciones de consuelo no son reales”
Quizás, lo más llamativo para Gendry-Kim es el por qué muchas de esas mujeres no se revelaron contra sus captores, preguntas que se ven constantemente en las conversaciones que mantenía con Ok-Lee. “Creo que hay que dar más contexto, por qué los japoneses las controlaron y por qué las mantuvieron en cautiverio y ellas lo aceptaron. Gran parte del problema viene del sistema patriarcal: que las mujeres deban cuidar de sus padres y de sus hermanos y, luego, después del matrimonio, cuidar al esposo o a los suegros”. Gran parte del secuestro de Ok-Lee o de sus otras compañeras en la estación se debió al valor que ellas representaban para sus padres o sus maridos, o la ausencia del mismo. Eran una posesión que al no poder mantener debido a la pobreza extrema, terminaban siendo intercambiadas o abandonadas.
En Hierba la mala vegetación lo arrasa todo pero, a pesar de la maldad, esa hierba mala no solo es necesaria para visibilizar una problemática que existió y que hoy en día Japón no ha querido aceptar públicamente, sino que es, una obra que universaliza la vulnerabilidad de las mujeres durante la guerra, cuando muchas terminan siendo víctimas por el simple hecho de tener un cuerpo, entendiendo así, la importancia en el debate público de otros temas como el aborto, el suicidio o la trata sexual.