Empecé a pensar en el potencial erótico del audio hace un par de años mientras chateaba en un grupo de whatsapp donde una amiga preguntaba por el tema de la pornografía sonora. La pornografía en video de streaming es lo que más conocemos, los videos hardcore parecen un ataque a la intimidad de nuestra vulva, mientras que la pornografía dirigida a mujeres (con menos primeros planos y más preámbulos) quizás necesita más diversidad de directoras porque algunas veces el producto final puede llegar a ser aburrido y silencioso.
El fenómeno del audio porn lleva ya unos años en Internet. Playboy fue el primero en explorar este fenómeno relativamente nuevo y tiene sentido que su popularidad actual coincida con el aumento de los podcast en Estados Unidos y el resto del mundo.
En un viejo post de archive.org encontré un audio erótico con pornografía de los años 60. Oigo una leve conversación entre dos mujeres, luego una se dirige a la frutería donde se encuentra el frutero. Obviamente sin mucho plot comienza la acción y luego de las preliminares el dice: “deja de hablar y empieza a chupar” y por su puesto ella comienza a declamar lo necesario: “Oh, está duro y es tan grande”. El frutero se estremece y gime directamente en mi oído, no en el de ella: “eres una buena chica, y obtienes lo que las chicas merecen: una gran carga de mi semen”, termina afirmando el frutero.
El diálogo puede ser ridículo, sin sentido narrativo, como muchos de los diálogos del porno, sin embargo, los gemidos de los actores salpicando las líneas finales, activan la mente de cualquiera que pacte con la historia. ¿No es así siempre en la ficción?. Aunque desde hace unos años existen los youtubers que graban audios para lograr “orgasmos cerebrales” no sexuales –la famosa ASMR-, cualquier niño o adolescente de la década del 90 como yo puede recordar los anuncios sórdidos de las líneas calientes. ¿Acaso no eran esas las primeras fantasías sexuales en audio pregrabadas?
Rápidamente me di cuenta de que, al igual que el porno convencional, había un archivo de audio-porno inagotable en Internet: desde fantasías humorísticas sobre genios en consoladores hasta libros eróticos en audible.com o en la plataforma reina de la anticensura, Tumblr. Aquí también nos encontramos a Audibleporn, un feed lleno de audio porno espontáneo: grábate gimiendo, masturbándote o follando que ellos lo suben a su plataforma. Algunas veces muchos de estos archivos están personalizados para el oyente, pero incluso cuando no lo son, la intimidad del audio lo hace sentir como si lo fuera.
El audio humaniza al intérprete y crea una experiencia tangiblemente más erótica con la que quizás la fotografía y el video no pueden competir. Jacob Smith profesor de medios de la Universidad de Northwestern lo confirma a la revista digital feminista Jezebel: “Sentimos que estamos allí en la sala con la acción. Una voz viene de dentro de una persona y resuena con todo su cuerpo”.
Esa intimidad inmersiva hace que el audio sea una plataforma particularmente fructífera para los actores y consumidores porno, que pueden tomar el control total de una fantasía sin mucho decorado.
A medida que nos adentramos en un futuro más mediado por la tecnología, las líneas que dibujamos sobre la falsedad o la realidad del porno continúan borrándose. La realidad virtual ha traído al Oculus Rift y al VRPorn, mientras que el Internet de las cosas ha equipado vibradores con Wi-Fi para poder darnos placer a distancia pero en pareja. Estas tecnologías parecen “demasiado reales” al principio, pero ¿educarán a los futuros vírgenes de la misma forma que el porno por TV y streaming nos educó a los millennials?.
De alguna manera, los amantes del audio porno ya están probando este futuro, a pesar de que su medio idealice un pasado previo al video. Tal vez los fanáticos del audio erótico se trasladen sin problemas a la realidad virtual, realizando sus fantasías a todo color. Lo más probable es que el audio porno continúe deslizándose entre susurros: minimalista, íntimo y oculto a simple vista.