Clarice Lispector, 100 años de la escritora definitiva

Clarice Lispector fue una mujer glamorosa, intensa, misteriosa, un rara avis, así que no es curioso que este 2020, celebremos el centenario de la escritora brasileña.
Clarice Lispector

Clarice Lispector fue una mujer glamorosa, intensa, misteriosa, un rara avis, así que no es de extrañar que este particular 2020, celebremos el centenario de la escritora brasileña.

A diferencia de este año en donde todos sabemos de todo del resto porque hemos perdido intimidad gracias a las redes sociales, a Clarice le gustaba pasar desapercibida. La biografía que escribió Benjamin Moser sobre ella nos dejó claro que no era una mujer de un ego desmedido, de esa gente que aburre, sino, más bien, una mujer que al mezclar sus pastillas de dormir con el cigarrillo incendió su casa y al despertarse y darse cuenta de lo que estaba sucediendo, se quemó intentando salvar sus manuscritos.

Clarice posiblemente era una mujer que no le sentaba bien el juicio ajeno. Moser explica que la escritora una vez dijo: “No entenderían a una Clarice Lispector que se pinta las uñas de los pies de rojo”, porque ante todo quería que se la respetara como ser humano, así que dejó de dar entrevistas y evitar el ojo orwelliano.

Hoy en día Clarice Lispector es una de las escritoras que genera más búsquedas en Google, su logo decora sellos postales en Brasil y su nombre de pila sirve para identificarla con los brasileños cultos. A pesar de esta exaltación como símbolo patrio, siempre tenía que estar reafirmando sus orígenes. Había nacido en Ucrania pero llegó a Brasil con dos meses de vida. Era brasileña.

¿Cómo no iba a serlo? Quizás en esa duda postrada ante ella, en esos genes mezclados estaba la genialidad de su prosa. “Mi tierra natal no dejó huella en mí, excepto a través de la herencia de sangre” afirmó. Esa necesidad de reafirmar de dónde era y no de dónde venía la hacían avalar su ambición por encontrar tierra firme: “Estoy convencida de que en la cuna, mi primer deseo fue el de pertenecer. Por razones que aquí no importan, debí sentir por algún motivo que no pertenecía a nada ni a nadie”.

Como señala Benjamin Moser en la biografía de Lispector, la escritora siempre ha estado entre dos aguas, ha sido llamada “mujer y hombre, nativa y extranjera, judía y cristiana, niña y adulta, animal y persona, lesbiana y ama de casa, bruja y santa”. Es sorprendente que hoy día nos preguntemos por qué queremos romper con lo binario, cuando claramente Clarice Lispector veía la problemática de tener que elegir entre uno y otro: el sacrificio. Algo en ti debe censurarse.

Quizás por eso la abstracción y la figuración son el recurrentes en la obra de Lispector, ese poder serlo todo en la obra. También el cuerpo, el sentir, más allá de la celebración de los pensamientos y de la mente. No es extraño que su primer libro Cerca del corazón salvaje (1943) tuviese gran éxito. La historia es el monólogo de una joven que está luchando, después de una infancia llena de cicatrices y un matrimonio adúltero, por lograr una comprensión filosófica de su vida desde el cuerpo: “Se cortaron las venas que la conectaban con los seres vivos. . . . Solo ella misma había sobrevivido, aún respirando. Y ante ella, un campo fresco, el color del amanecer aún neutro”.

La sangre y el músculo que late siempre recuerdan que una de las grandes frases de la autora afirma eso que pocos suelen decir sin que suene falso, pero que en ella siempre va resonando a verdad: “Escribo como si fuese a salvar la vida de alguien. Probablemente mi propia vida”. La frase está escrita en las primeras líneas de Un soplo de vida (1977), un libro que según su amiga Olga Borelli, Clarice consideraba su título definitivo. No es de extrañar que así fuera, pues lo escribió en la agonía de un cáncer de ovarios terminal.

La intensidad de Clarice Lispector no solo se vio en el episodio donde se incendió su casa, sino en el resto de su vida y su obra. No es casual que este año se nos haya parecido un poco a La pasión según G.H., que en vez de una cucaracha fuese un virus, quien en 2020, nos despertara el inconsciente y nos hiciera bajar al infierno a disipar nuestros demonios, así como lo hizo siempre ella, la escritora definitiva.

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