Me hice fan de Powerpaola en 2013, mientras trabajaba en una librería de cómics e ilustración en Buenos Aires que me enseñó muchísimo más de la vida que de cómics e ilustración.
por Marian Cerrada
Durante mis primeros meses de trabajo, uno de los títulos que debía ser exhibido con mayor entusiasmo era Virus Tropical, una novela gráfica de Powerpaola que se había editado anteriormente en Colombia pero comenzó a venderse en Argentina bajo el sello de Editorial Común, dirigido por Liniers. Mi primer deber como librera era saber lo necesario de casi todos los títulos para poder entablar conversaciones honestas con los visitantes interesados en adquirirlos, pero Virus Tropical me generaba una curiosidad tremenda, no sólo por los intereses creativos que me llevan a valorar un estilo de ilustración bien desarrollado sino también por mi admiración hacia esos valientes que se atreven a contarle a un montón de extraños lo que pasa dentro de sus mentes y sus vidas.
Devoré Virus Tropical en menos de un día y pasé rápidamente a su Diario Ilustrado, editado también en Argentina por Jellyfish. Después de una sobredosis de Powerpaola quedé emocionada al punto de querer agradecerle mientras le daba un abrazo, si es que tenía el placer de conocerla algún día. A poco más de un año de estar en mi nicho de viñetas y cuentos ilustrados, decidí moverme de lugar y buscar un trabajo más aburrido, de esos en los que tienes que vestirte bien y marcar una tarjeta a la entrada y la salida. Ya en ese momento sabía que mi nueva autora favorita tenía nuevo libro pero no estaba disponible en Argentina. De todos modos, QP – Éramos Nosotros llegó a mis manos en el momento indicado reactivando mi lado más místico.
Una tarde de verano en Buenos Aires mis amigos de la librería me mensajean para decir que tienen un último ejemplar de QP, edición chilena, que quedaba de un lote que la misma Powerpaola les había dejado. Le pido a mi novio que por favor me acompañe a buscarlo; mi emoción sobrepasa cualquier tipo de odio hacia la humedad o a los 40 y tantos grados centígrados con los que nos golpea esta ciudad cada enero. Hojeo el libro varias veces junto a él, asintiendo como buena fanática que ya conocía el tópico central de la historia: The Rise and Fall de una relación amorosa de varios años. Me detengo en una viñeta que tiene como título “Cómo sobrevivir con poco dinero” y señalando a “Quique” (el personaje que representa a la ex pareja de Powerpaola) estallo en carcajadas y le digo: “Mira, aquí les pasa lo mismo que a nosotros”.
Dos meses después de haber tenido a QP como una biblia, mi novio y yo decidimos terminar dejando atrás tres años de viajes, convivencia, acordes de guitarra, un perro y esa lucha por sobrevivir con poco en un país que no era el nuestro. El día que su vuelo salía de Buenos Aires -su decisión final fue mudarse de país-, nos sentamos a ver un episodio de Breaking Bad en su laptop, con las mejillas hinchadas en lágrimas y riéndonos al mismo tiempo. Tomó QP en sus manos y me dijo “Te dije que no lo compraras porque podía ser premonitorio”. Lo mejor de esta historia es que, como en la novela gráfica, además de todas las coincidencias que ambos encontramos leyéndola, nuestro break up fue uno sin culpables ni drama. En cambio tuvo un gran abrazo de despedida y muchos mensajes de buena suerte.
QP – Éramos Nosotros todavía reposa en mi mesa de noche. Uso cada una de sus viñetas como recordatorios constantes de que todo tiene su final y que debe disfrutarse mientras dura. También que las parejas de comedia romántica no existen. Lo que sí existe es el poder de compartir con otra persona lo mejor y lo peor que te pasa, por mucho o por poco tiempo. Y eso, tal como se lee, está buenísimo.