Medea a la deriva

¿Qué tanto hacemos para herir a los hombres que nos traicionan y luego ser libres? Medea a la deriva (Reservoir Books, 2021) del historietista Fermín Solís plantea nueva visión de la heroína de Eurípides que quizás nos hace cuestionarnos esto y más.

Esta novela gráfica revisita los años más oscuros de Medea, una heroína anciana y abatida por el dolor al verse traicionada por su amado Jasón. Es a partir de la traición que se nutre el dolor que la cegó e hizo que matara a sus propios hijos y desatara la furia de Zeus, quien ahora, en la vejez, la persigue.

Para Fermín Solís “no hay un motivo concreto” en la creación de esta Medea. Es un personaje que le ha apasionado desde que descubrió “su versión más pulp en la película Jasón y los Argonautas de 1963″ cuando era un niño. El personaje de Medea reinterpretado por él no es tibio. Ella está en línea de otras hechiceras mitológicas como Hécate o Circe, así que no es de extrañar que al autor le atrajese “su fuerza, sus artes mágicas y su belleza” para volver al mito.

Solís recrea a una Medea que, a pesar de estar a la deriva, está consciente de sus actos porque sabe que  sentirse traicionada provoca efectos inabarcables. Esta Medea se levanta como vengadora dentro de la cárcel que le ha impuesto Zeus, es por ello que se generan miles de preguntas en la narración alrededor de su figura: ¿Por qué todo lo malo lo representa una mujer?, se pregunta la Medea de Solís. ¿Por qué son la fuente de todo mal? ¿Por qué las mujeres son las que desatan las iras de otras mujeres al seducir a un hombre?  ¿Por qué son hijas de, hermanas de, esposas de? ¿Por qué no pueden ser algo por sí mismas?

Todas estas dudas solo surgen en esta etapa de su vida. La reflexión solo surge cuando la protagonista se encuentra en la cárcel de la eternidad inflingida por Zeus, una cárcel que es un iceberg que lo representa todo:  un territorio muy pequeño que conlleva agonía de la rutina, la vida vacía. El autor revela que quiso recrear esta etapa de Medea porque es una de las más desconocidas y porque el personaje en sí mismo “es muy actual y un buen vehículo para hablar de temas sociales aún vigentes” en la sociedad, ya que “podía haber sido Medea o cualquier otra mujer perseguida y repudiada por ser extranjera o asesina”.

Solís pinta a tres tintas este cómic, quizás para representar ese vacío del personaje y la deja varada en un trozo de hielo, inmortal, llena de hastío, habiéndose intentado matar mil veces pero no lo logra porque el castigo de Zeus es mantenerla en el pasado, en eso que “es lo que recordamos” y lo que signa nuestro relato personal.

Es interesante pensar que al revisitar el mito, el historietista actúa como Zeus y hace que Medea crea que vive en un sueño de magia negra -que no es dictado por Hécate- y que la lleva al presente, a las tablas del teatro, quizás a la obra escrita por Euripides e interpretada mil veces. Es allí cuando el público la mira fijamente, como ojo de Orwell sin decir palabras, pero emitiendo un juicio. En definitiva, la tragedia.

A pesar del juicio, la Medea a la deriva de Fermín Solís, se mantiene en su cetro de hechicera, es coherente con quien es y no quiere arrepentirse ni redimirse ante Zeus, porque ella es, ante todo, humana.

Related Posts

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies
Total
0
Share