Putas y locas

Esta mañana he escuchado Puta, el nuevo disco de Zahara. Hace un par de semanas mi psiquiatra de la Seguridad Social, al prescribirme una baja por estrés, me dijo: “En tu trabajo di que te has hecho un esguince, para que no te pongan problemas”. Estos dos sucesos sin vínculo aparente se han encontrado en mi cabeza y se han juntado como en el Dobble, ese juego de cartas que le regalé a mi sobrino y cuyo objetivo es emparejar imágenes relacionadas en décimas de segundo.

Cuando le he dado al play, el tema que abre el álbum, Flotante, me ha llevado directamente al diván de mi terapeuta, donde he hablado en ocasiones con ira, otras con resignación, muchas entre llantos, de cosas muy similares a las que relatan los versos de Zahara. Lo que ha sucedido después es que, canción tras canción, en Puta no me he visto solo a mí, también he encontrado a mis amigas, a mi madre, a mis tías y primas, a mis abuelas. Y ¡ay! también han aparecido mi padre, mi primer novio, el segundo, el último y otros hombres que han pasado por mi vida o por mi cama para quedarse una noche o varios años. Los que me abandonaron, los que yo dejé, los amores platónicos, los no correspondidos. Los adultos que no me cuidaron y las relaciones tóxicas en las que en ocasiones busqué torpemente aquellos cuidados que no recibí en su momento.

Putas y locas
Zahara | Foto por Sharon López

Y aquí entra la psiquiatra que mencionaba al principio. Esa invitación de su parte para que me escondiera en mi lugar de trabajo, que ocultara que necesito la atención de un profesional de la salud mental. Esa invitación me dejó descolocada. Lo que esta doctora sugería no ha sido necesario en mi caso, puedo hablar abiertamente con mis jefas, cuento con su comprensión y apoyo para recuperarme y no temo represalias a mi vuelta. Esto, que se considera un privilegio, debería ser la norma, como lo es cuando una vuelve tras romperse una pierna u operarse de apendicitis. Por ello no lo considero una suerte. Pero sí lo es en mi caso que, además de esta psiquiatra de la sanidad pública que me atiende puntualmente y una doctora de cabecera dedicada y atenta, cuento con una terapeuta privada que me trata de forma regular desde hace casi tres años, a la que le debo la vida y, no me da vergüenza decirlo, últimamente también dinero. Son tiempos difíciles para todo el mundo, los ERTEs, la precariedad, los alquileres por las nubes… A pesar de haber sufrido algunos de estos golpes como tanta otra gente, no he tenido que prescindir de ese lugar seguro que es la consulta de mi psicóloga, donde dos veces a la semana encuentro consuelo, acompañamiento y contención ¿Es esto un privilegio? Lamentablemente, sí. Por qué si nos escayolan una pierna o nos extirpan el apéndice se considera un derecho, no ocurre lo mismo cuando lo que necesita cuidados es nuestra cabeza.

Por qué si nos escayolan una pierna o nos extirpan el apéndice se considera un derecho, no ocurre lo mismo cuando lo que necesita cuidados es nuestra cabeza.

Y ahí es a donde me ha llevado el disco de Zahara. No me he sentido tan apelada por las cosas que cuenta, ni por cómo las cuenta, bella y duramente, grandiosamente producidas por Martí (permítanme que omita su apellido, como se suele hacer con las mujeres, véanse Yolanda, Irene, Mónica, Ada, Zahara). La escucha de Puta ha dirigido mi atención, sobre todo, en el hecho de que muchas de las mujeres en las que me ha hecho pensar cargan con las mochilas que relatan estas canciones sin la ayuda adecuada o sin ninguna ayuda en absoluto. 

Según las conclusiones de la Encuesta Nacional de Salud ENSE del Ministerio de Sanidad, en España 1 de cada 10 adultos tiene un problema de salud mental. Las mujeres, con mayor frecuencia que los hombres, 14% frente a 7%. El doble. Tras explicar que la brecha de género está presente en todos los indicadores de salud mental, el estudio concluye que 1 de cada 100 personas no pudo acceder a la atención médica por motivos económicos. Estos datos son de 2017, antes de la terrible experiencia que ha supuesto la pandemia para nuestro bienestar emocional. ¿Cómo de espeluznantes serían los resultados de un informe similar en 2021? Soy de las que creen que la música y la cultura en general pueden ser terapéuticas, así que seguro que Puta ha tenido ese efecto para su autora y lo tendrá para muchas mujeres que lo escuchen. Pero ningún disco, libro, película, ni siquiera una de esas charlas entre amigas que tanto consuelan, puede reemplazar los cuidados de una profesional de la salud mental.

Escuché contar a Zahara, cuando desveló el título de su disco, que estas canciones le habían servido para desactivar el poder destructor que tiene esa palabra: puta. Ahora que se habla tanto de salud mental, que incluso parece que la cuestión está entrando tímidamente en la agenda política, me pregunto cuánto se tardará y de qué manera conseguiremos neutralizar esa otra palabra tan usada para herir a las mujeres: loca. 

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